martes, junio 26, 2007

Cena Navidad 20/04/2007 (cada año mas tarde ...)


Anita, guapi!! Tienes toda la razón!!

Ahí va la foto!!!

Para las que no pudisteis venir deciros que (no me acuerdo quien fue seguro, creo que Anna Monge) se le ocurrió que el próximo año tenemos que llevar adornos de Navidad, para adornar un poco el ambiente. Es buena la idea!!

Un abrazo muy fuerte y como no ... FELIZ NAVIDAD!!

lunes, junio 25, 2007

Tieta, cuentame un cuento ....


LA VACA DISEÑADORA, por Joaquín Ponte
Érase una vez una vaca que vivía en los Alpes, era una joven ternerilla a la que le gustaba mirar a la carretera por donde pasaban coches. Cuando lo hacía, exclamaba filosófica: “¡Qué rapidez! ¡Qué peligro! ¿Por qué correrán tanto?”. Luego seguía rumiando la fresca hierba. Veía pasar a los montañeros suizos, sanos y coloradotes, que horas después bajaban como marionetas. “¿Qué gracia le verán a subir para luego bajar?” se decía a la caída de la noche.

Un día vio pasar a unas chicas con unas faldas hechas como con trocitos de colores “¡Vaya calor que tendrán!”. Pero quedó fascinada por la alegre variedad de los tonos. En el establo le preguntó a mamá vaca por aquello; mamá vaca, que era una vaca con estudios, le dijo que ese diseño se llamaba patchwork, estaba hecho de pedazos de tela cosidos.
—¿Quién lo hizo?.
—Una costurera que pone ilusión y fantasía en su trabajo, y cose que te cose con su máquina.
Nuestra ternera quería ser costurera de mayor, se soñaba cosiendo faldas como aquellas tan lindas, así que fue creciendo y desarrollando diseños en su mente: la vaca cebra, la vaca roja, una con la piel azul marino con pintas amarillas. Cuando mamá vaca le preguntaba qué quería ser de mayor le decía que costurera; mejor aún, quería ser una vaca diseñadora.
—Pero tendrás que hacer las maletas por que aquí las vacas sólo dan leche y carne.
— Yo quiero tener libertad para poder desarrollar mi fantasía, mamá.
— Hija mía, me importa una manzana asada. No conozco vacas diseñadoras, no creo que sea buena idea y sanseacabó. No me protestes que mujo.
Vaquita guardó silencio, pero metió en la recámara su plan. Necesitaba ayuda, su madre estaba anticuada, no se daba cuenta de que las vacas estaban en el siglo XXI y era hora de romper fronteras. De hecho comenzó a aprender todo lo que pudo sobre el mundo exterior. Entre sus lecturas encontró una revista donde se hablaba de la terapia con animales. Leyó cómo los delfines ayudaban a mejorar la comunicación de niños con problemas para relacionarse. Pensó que aquello era una injusticia; las vacas eran tan válidas y sensibles como cualquier especie, Vaquita deseaba que alguien le diera una oportunidad.
Ese día llegó cuando en un laboratorio de Berna descubrieron cómo ayudar a los niños autistas, ya que ellos no tenían delfines. Suiza no tiene mar, espléndidos lagos sí, pero hace una temperatura demasiado baja para los delfines. Se decidieron a implantar un programa piloto de terapia con vacas, por el natural temperamento pacífico y bonachón de este animal. Pensaron que necesitaban vacas jóvenes y de poco tamaño para que se acostumbraran al contacto humano.
Así fue como Vaquita dijo adiós al sabor de la fresca hierba de los Alpes y tomó un camión rumbo a la ciudad.


Hay una segunda parte, pero esa sera para otro día,

Petonets,

Carme